Pavimentos adecuados para suelo radiante
El suelo radiante consiste en un sistema de tuberías que canalizan el agua caliente bajo el pavimento de la vivienda. De esta forma, el suelo se convierte en gran emisor térmico que funciona de forma homogénea aumentando el confort.
El suelo radiante es la alternativa más eficiente a los sistemas de calefacción tradicionales, ya que genera un menor consumo, proporciona mayor confort y es más respetuoso con el medio ambiente.
Su origen se remonta al siglo I a.C, y se ha ido perfeccionando gracias al desarrollo de los materiales que evitan la corrosión y a la mejora de los sistemas de aislamiento.
¿Cómo funciona el suelo radiante?
El suelo radiante es un sistema de calefacción que funciona mediante la canalización de una fuente de calor debajo del suelo. El principio básico del suelo radiante es la impulsión de agua a baja temperatura en torno a los 40ºC en invierno y a 15ºC en verano. Este sistema emana calor de forma homogénea gracias a una red de tubería plásticas o, también puede ser eléctrico, aerotérmico o geotérmico.
Estos circuitos se instalan sobre un aislante térmico y quedan recubiertos por una fina capa de mortero que será la encargada de conservar la energía térmica recibida para posteriormente, ir liberándola de forma progresiva, inercia térmica.
El sistema de suelo radiante tiene una inercia térmica muy elevada, esto significa que tarda más en calentarse que los radiadores tradicionales, sin embargo, seguirá emitiendo calor durante un determinado período después de haberse apagado. Gracias a la distribución de tuberías bajo el suelo, se consigue una uniformidad del reparto del calor en toda la casa.
¿Qué pavimento es el más recomendable para el suelo radiante?
Es importante elegir bien el tipo de suelo que va encima del suelo radiante, ya que el pavimento puede afectar la transmisión del calor y por tanto, al confort y eficiencia energética del inmueble.
Los principales pavimentos empleados con el suelo radiante son la piedra, cerámicos y madera natural o tarima. Todos son buenos conductores de calor y nos permiten disfrutar de un elevado confort en la vivienda.
Baldosas cerámicas y la piedra natural son excelentes conductores del calor, y además lo retienen y hacen que el sistema sea eficiente. No sufren alteraciones con los cambios de temperatura. Se pueden calentar a una temperatura de hasta 29 ° C o más, proporcionando una alta producción de calor de hasta 200 W / m².
En Nicolás Pastor somos especialistas en piedra natural y también trabajamos con diferentes marcas de gres porcelánico como Alaplana o Geotiles, aptos para suelos radiantes.
El grosor de la baldosa y la piedra tiene poco impacto en la salida de calor, pero aumenta el tiempo de calentamiento un poco, por lo que se recomienda un grosor máximo de 20 mm cuando se busca un sistema de respuesta rápida.
Madera natural y tarima
El parquet o laminado es el mejor tipo de piso de madera para usar con un sistema de calefacción por suelo radiante, ya que funciona bien con los cambios en la temperatura del suelo. En Nicolás Pastor trabajamos con la marca de tarimas Kronopol, cuyos productos son perfectamente aptos para suelo radiante.
También se puede usar otro suelo de madera, pero menos densa y de poco grosor, para que las tablas del piso no actúen como un aislante y bloqueen el calor. Y como calentar el suelo varía el nivel de humedad, no todas las maderas son aptas, por lo que se debe consultar al fabricante. Como regla general para suelos de madera, la temperatura de la superficie del piso no debe exceder los 27 ° C.
Suelos laminados
Es suelo sintético que simula la madera y ofrece un acabado para suelos resistente a las manchas y los arañazos. La mayoría de los laminados son adecuados para su uso con calefacción por suelo radiante, pero es recomendable consultar con el fabricante del suelo antes de instalar el sistema.


Beneficios del suelo radiante
A diferencia de los sistemas de calefacción tradicionales, el suelo radiante presenta numerosos beneficios. Los más destacables son:
Ahorro energético.
El suelo radiante funciona con agua a baja temperatura y con un caudal mínimo, por lo que el consumo eléctrico es bajo, tiene un rendimiento muy elevado y por tanto, un importante ahorro en la factura de la luz.
Mayor confort.
Los sistemas de suelo radiante ofrecen una distribución térmica homogénea en todas las habitaciones de la vivienda, proporcionando una sensación de confort muy elevada en comparación con otros sistemas.
Refrigeración.
El suelo radiante con aerotermia o geotermia, y una bomba de calor inverter, es capaz de revertir el proceso de generación de calor para climatizar el inmueble en verano.
Saludable y seguro.
El suelo radiante es muy seguro, ya que la instalación queda completamente cubierta. No contribuye a la creación de corrientes de aire, por lo que se reduce el polvo y la baja humedad, evitando la proliferación de ácaros.
Es un sistema de calefacción recomendado por la OMS.
Respetuoso con el medio ambiente.
Al requerir un menor consumo eléctrico se reducen las emisiones de CO2.
Silencioso e invisible.
La instalación del suelo radiante no genera ruidos ni corrientes de aire. No necesita aparatos adicionales, por lo que se aprovecha mejor la superficie útil, y no distorsiona la estética.
Rápida amortización.
En comparación con otros sistemas de calefacción, la inversión inicial de la instalación es alta, pero si tenemos en cuenta su reducido consumo eléctrico, hasta un 30% menor al funcionar a baja temperatura, el retorno de inversión se produce a corto plazo.
Sencillo mantenimiento.
Los materiales empleados para la red de tuberías son muy duraderos y con una larga vida útil. Requiere una revisión periódica o preventiva de la caldera o bomba de calor, el caudal y comprobar el correcto funcionamiento de las válvulas y otras piezas que conforman el sistema.